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Entré a la jaula de las locas

 

 

“Vamos a un bar gay” dijo un amigo mío con mucha frescura y sin tapujos. Yo sabía que él había ido antes a un bar gay y decía que la rumba gay era genial, mucho más de lo que podría llegar a ser una rumba heterosexual. Según él la rumba gay le llevaba años luz a la rumba heterosexual. Nunca fui una persona completamente rumbera y amante del baile, por lo que me daba lo mismo. Bueno, no realmente. Por un momento llegué a pensar que ahí adentro estaba el paraíso y la entrada a una posible vida social llena de amigos, buenos planes, buena rumba y bastante trago.

 

Atardecía en ese día de Junio, y como raro mi amigo y yo no estábamos listos. Teníamos pereza y teníamos en mente que todavía faltaba mucho para salir a dicho bar. Mi amigo sabía que yo nunca había pisado un bar gay en mi vida, y por esa razón con sus dotes de “experimentado” comienza a darme ciertos tips para tener una rumba lo más “amena” posible. Yo como un pendejo ingenuo, en ese tiempo, decidí prestarle atención a su parla y dejar que sus palabras entraran a mis oídos. Algunas de sus recomendaciones eran tan bizarras (otras no tanto) que yo quedaba imaginando como sería entrar a una selva rosa y romper alguno de los consejos que aquel personaje me decía.

 

Frases como ”No cante si no se sabe la canción”, “Guarde sus papeles en un lugar seguro porque se los puede coger”, “No se rumbee con cualquier aparecido, no sea perra” y “No baile conmigo” fueron esas frases que me dejaron pensando si realmente era cierto que me podían linchar si cantaba mal la canción o si era drama de él. De todas formas le terminé prestando atención y seguíamos hablando como lo que éramos en ese entonces: amigos.

 

Al llegar por la calle 57 con Caracas y caminar un largo pedazo, vi un pequeño edificio y una fila de gente esperando a entrar a dicho edificio. Quedé impresionado de la cantidad de “guachi manes” que hay allá. Mientras hacía la fila, seguía enervado por la cantidad de cosas que decían mis compañeros de noche. Se quejaban de lo larga que era la fila, criticaban a cada persona que veían pasar y exageraban las risas que soltaban. De verdad parecía que entre ellos hubiera una relación amistosa forzada y para nada desinteresada.

 

Para los pocos que no sepan cómo es la cosa en Theatron, aquí va un breve resumen. Como la fila es tan grande, tienen que usar el parqueadero subterráneo para poder agilizar la fila un poco. Después un enano va vociferando que alisten su cédula para poder entrar, y todos como robots la sacamos y la tenemos en mano. Al llegar donde el enano, él va preguntando a los “sospechosos” el número de cédula y el nombre completo. Como era mi primera vez y me veía tan oveja mansa, me preguntó a mi, y con nerviosismo respondí lo que me preguntaba. No sé si les pasa a ustedes, pero son momentos de tanta tensión que no se sabe si lo dicho es verdad. Es más en esos instantes de tensión, me hago la pregunta filosófica existencial ¿Quién soy yo? Y luego siguen esas preguntas tan idiotas que a veces uno no se da cuenta que hace: ¿Cómo me llamo?, ¿Cuál es mi número de cédula?, ¿Cuál es mi sexo? Jajajaja no mentiras, esa no.

 

La gloria llega cuando los datos son correctos y el enano te entrega la cédula. Llegas tan calmado y confiado, que piensas que la cosa para ahí. ¡Nooooo! llega el esquema de seguridad más riguroso, que jamás un adulto joven haya experimentado. Los oficiales de seguridad le revisa a uno hasta la pretina del pantalón para cerciorarse de que todo ande bien. Me demoré en la requisa bastante tiempo, porque tenía mi bolso y reviso hasta la marca del maletín. La siguiente etapa fue pagar y luego seguían los escaner de detector de metales y demás.

 

El proceso fue largo, pero por fin entré a Theatron. Todo era tan nuevo para mi, el trago, la gente, el lugar, la cantidad de ambientes que había, que yo no sabía que primero detallar. A partir de las cosas que yo detallaba, me daba cuenta de la cantidad de gays tan impresionante que había dentro del lugar; es decir cinco de cada seis personas eran gays (incluyéndome por supuesto). Era increíble ver gente que tenía la misma tendencia sexual que yo, inclusive me puse a pensar como sería la vida de ellos fuera de ese bar y fue en ese momento en que empecé a conocer mi otro yo dentro de un bar ¿Será que soy una loca más de todas las que había ahí? Esa era la pregunta que rondaba mi mente una y otra vez .

 

Comenzó la rumba y todo fue felicidad, hasta que cada uno cogió para su lado. Básicamente me quedé solo en el ambiente en el que sólo suena Reggaeton. El momento en el que te quedas solo en un bar mientras ves a la gente bailar entre sí, es de las sensaciones más incómodas que alguna persona puede sentir y llegué a pensar que tal vez ese lugar no era para mi (aún lo sigo pensando). Me quedé en una de las esquinas de ese ambiente, y me quedé un buen rato mirando a todos como bailaban. Me comencé a aburrir, pero en esas llega un personaje de 1,75 de estatura y me saca a bailar. Por supuesto no me negué y me dejé llevar por el sujeto al que nunca le reconocí la cara. Trago fue trago vino y ya la cosa empezó a subir de nivel. La cantidad de besos franceses fue directamente pr oporcional a la cantidad de trago que tomamos. A la media hora ese encuentro tan caliente termina sin ninguna lamentación o protesta por parte de alguno de los dos.

 

Me encontré con Daniel y terminamos conociendo el lugar con mayor detenimiento. Debo admitir que la rumba, los lugares, el ambiente y demás son realmente placenteros y entretenidos. Y no está de más decir que la gente con la que sales de rumba hace que la noche pueda ser tan buena como tan mala. La antipatía de sus amigos me irritaba, por ende salí por mi propia cuenta conociendo y analizando el ambiente. Realmente quedaba sorprendido por la cantidad de gente que había en cada lugar, cada beso homosexual que lograba percibir, cada abrazo entre parejas gay y la cantidad de trago que tomaban, botaban y vomitaban.

 

Comportarse como una perra en Theatron es realmente imperceptible por la cantidad de gente que hay. No sé si sea correcto decir que me haya comportado como una perra o una fácil, total era mi primera vez allí, y como en toda primera vez los errores están a la carta. Y los cometí. Soy soltero, a mucho orgullo, pero no me gusta ponerme a bailar o rumbearme con cuanto man se aparezca en cada rincón del mundo. Esa noche fue una excepción a mi moralismo y a mis “buenos valores”. El trago ofrece esa conducta escondida que nadie espera ver en alguien, y eso fue lo que Daniel no esperó de mi en esa noche. Estaba pasado de copas, de copas de sólo vodka con naranja que es (a mi criterio) el mejor trago que sirven ahí incluido en la famosa y aclamada barra libre de Theatron.

 

Puedo decir sin vergüenza que bailé con tres tipos y que con los tres las cosas subieron de nivel, aunque hay que aclarar que con ninguno tuve ningún tipo de relación sexual netamente carnal (menos mal). Los tragos hicieron su efecto, y todos pensarán: Perra, Fácil, Promiscuo, Brincón y todo insulto común. Pero dejen su lado morrongo y solapado porque ustedes si ya leyeron hasta este punto comparten algo en común conmigo: Son unos condenados alcohólicos que quieren tener levante nocturno. Y no me digan que no, porque generalmente existe esa doble moral en donde alguien es boca de sus habladurías, pero ustedes se lavan sus sucias manos de pecado (como diría la Iglesia Católica). Pero si, ustedes pueden ser tan “fáciles” y “promiscuos” o más que yo, entonces dejen de ser solapados y acepten que Theatron es su lugar favorito para pecar y pasar una buena noche.


Sobra decir que la mejor rumba gay del país se encuentra concentrada en Bogotá, especialmente en Theatron. Yo lo llamo la jaula de las locas, un nombre un poco despectivo y estereotipado pero así lo bauticé y así quedará por un buen tiempo. Es el lugar predilecto para abrir el arco iris más reprimido de cada ser homosexual que allí se encuentre. Si no han ido, prepárense si son heterosexuales. Y si son homosexuales se están tardando en entrar allá         

A las 9 de la noche es un espacio no tan lleno, pero la música suena bien

Sue, es el ambiente reggaeton. Aquí el perreo está servido a altas horas de la noche

Parte de la plaza rosa

La plaza rosa anuncia sus eventos próximos

Los otros ambientes de Theatron

Plaza Rosa a media noche

La barra libre que va hasta las 2 de la mañana

El ambiente principal

Teatrino y la gente

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